Hay muchas versiones que explican el origen de las velas y la era en la que fueron creadas. Distintos fueron los inventos según las diferentes culturas y lugares de la Tierra. La fascinante verdad es que el hombre, desde hace milenios, se ingenió para conseguir no solo calor o luz sino también crear objetos a los cuales atribuir un significado o una simbología sagrados, que de alguna manera le conectaran espiritualmente a Dios o a la Madre Tierra o bien a su más profundo Ser; o que sirviesen para honrar templos, altares, cementerios, lugares de culto, para iluminar el camino de las plegarias y de los deseos interiores; para rituales de todo tipo.

La vela, en su entereza, representaría las distintas dimensiones del hombre: la cera simboliza el cuerpo físico; la mecha simboliza la dimensión mental; la llama simboliza la dimensión espiritual.  De allí se atribuye también un significado a medida que la vela se va consumiendo y según la forma y el movimiento de la llama. La vela representa al ser humano, la cera al cuerpo físico, la mecha a la mente y la llama al espíritu, por ello a través de la observación de su evolución cuando se quema podemos ver e intuir los resultados.
Relacionada con los elementos naturales, la vela es símbolo de movimiento, fuerza energía. La cera se relaciona con el elemento Tierra que se transforma en el elemento Aire que da vida al elemento Fuego cuya llama, una vez encendida, genera el elemento agua una vez se vaya quemando y consumiendo.