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Llena de gracia

El 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX proclamaba con la bula Ineffabilis Deus el dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Es decir, que la Virgen María había sido preservada por Dios desde el mismo instante de su concepción, por los méritos de la redención de Cristo, del pecado original que todos los hombres tienen por la transgresión de Adán, para prepararse la más perfecta madre para su Hijo.

En el caso de la Inmaculada Concepción, el sentir del pueblo fiel ha ido por delante de la formulación del dogma, ya desde los primeros siglos. En la Edad Media, la controversia llegó a extremos épicos. Por ejemplo, la defensa de la fiesta empujó a los monjes ingleses en el siglo XI a resistir a los normandos invasores, mientras que en las universidades del continente, profesores y alumnos se juramentaban con pactos de sangre en defensa de la Inmaculada. Son numerosas las leyendas medievales de apariciones y visiones angélicas en este sentido.

Existe un gran patrimonio artístico y cultural sobre la Inmaculada, especialmente en los países hispanos, en el sur de Italia y en Estados Unidos, que muestran cuán profundamente repercute en la vida cristiana la preservación de María del pecado original desde su concepción.

De es.aleteia.org, Aleteia

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