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La pequeña Roma

Una extraña emoción con olor a cirios recorre el cuerpo al entrar en uno de los tesoros patrimoniales de Latinoamérica: la Catedral de la Inmaculada Concepción. Décadas de historia, más de 88 años de construcción y millones de ladrillos hechos por las manos de los artesanos cuencanos. Elegante, diferente y sobria, con muros rojizos revestidos de mármol travertino y de Carrara, este grandioso templo estuvo inspirado en varios estilos arquitectónicos.

El baldaquino situado en el centro de la Catedral, obra escultórica considerada una de las maravillas de Ecuador, recuerda al Vaticano. El Papa Juan Pablo II, en su visita a esta ciudad en 1985, se maravilló de su semejanza y la proclamó con vehemencia “la pequeña Roma”.

Los grandes vitrales, en parte pintados por el artista vasco Guillermo de Larrazábal, canalizan la luz natural y disipan las tinieblas de las sombras del olvido. ¡Hermosas creaciones! Esos vitrales muestran la cultura cuencana, en todo su esplendor: el Sol y la Luna, como símbolos precolombinos, el cholo y la chola, el mestizaje y la historia de este rincón. 

De eltiempo.com.ec, Mihaela Badin, redacción de El Tiempo Diario de Cuenca

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